«FALLOFILIA Y QUEJORREA GALOPANTE», ¿QUÉ NOS PASA?

negativismoVivimos en una cultura con una tendencia brutal a detectar y señalar el fallo ajeno («atención fallofílica») como algo malo, burlesco, como una miseria o debilidad del otro.

Después nos quedamos anclados en la queja constante por esos fallos y errores cometidos que se extiende a errores del pasado («quejorrea galopante»).

Eso sí, sin acompañar la queja de soluciones concretas y diciendo a modo de profecía o maldición:: «¡como sigas así acabarás mal, tú verás!».

Por otro lado, cuando detectamos éxitos o buenos resultados en los demás, lo encontramos «normal» o incluso podemos sentir envidia. En cualquier caso, si decimos algo, suena como «es tu obligación» o «para eso te pagan».

Nunca, o pocas veces, nos paramos a pensar y reflexionar sobre lo que sí funciona y lo que va bien como algo de lo que aprender también.

Es decir, qué es lo que podemos aprender de todo lo que fuciona a nuestro alrededor, de otras personas o, incluso, de nosotros mismos, con el objetivo de ser conscientes, mejorar nuestras actitudes, creencias y comportamientos, obteniendo como consecuencia buenos o mejores resultados todavía.

Como dice el gran experto en liderazgo y desarrollo del talento, Miguel Ángel Cornejo,

«Si en otra vida nos reencarnásemos en un perro, algún padre, profesor o jefe se reencarnaría en pulga para seguir fastidiándonos».

¿Qué nos está pasando?

En primer lugar todo esto es fiel reflejo de lo que llevamos dentro. En realidad, nuestra reacción ante los demás o las situaciones, es una señal identificativa de nuestras creencias, autoconcepto y autoestima. Pero hoy no voy a profundizar en esto.

Si buscásemos una explicación evolucionista, tal vez podríamos decir que como el objetivo de nuestro sistema nervioso es sobrevivir y pasar los genes a la siguiente generación, tenemos un radar especial para detectar «todo lo negativo que se menea», no sea que ponga en peligro nuestra existencia.

Si buscamos una explicación economicista, como ésta se basa en el principio de la escasez, si alguien consigue un bien significa que queda menos para mí, por lo tanto me irrito y siento envidia porque pienso que ya no puedo conseguirlo yo o lo tengo mucho más difícil.

Y si queremos una explicación bio-psicológica, podemos decir que debido a unos genes egoístas y a una educación basada en el perfeccionismo, la exigencia, la competitividad por ser el mejor y el éxito material como «única verdad absoluta», está mal visto socialmente equivocarse y obtener malos resultados.

Por ello obviamos todo lo que funciona bien o que no supone una «amenaza» a nuestra supervivencia. A lo positivo no le hacemos caso, no lo analizamos como lo negativo.

Todo ello conlleva, además, una autoestima baja que percibe amenazas por todas partes y trata de protegernos a través del mecanismo de la queja, el error, el desprecio o la subestimación del otro y la sobreestimación de lo mío, aunque sea de forma artificial.

Como dice José Sánchez-Mota, «estamos acostumbrados a que nos digan que no hay nada bueno por debajo de ser el mejor».

Desde mi punto de vista, lo que nos ocurre es un compendio de todo lo expuesto anteriormente. Para las conductas del ser humano la explicación casi siempre es multicausal. Si añadimos que somos más emocionales que racionales pero estamos convencidos de que es al revés, tenemos el coctel servido.

Es decir, nos va mal o no nos va como queremos y obtenemos resultados que no nos gustan, pero no hacemos nada para cambiar lo que estamos haciendo.

«Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes», Albert Einstein

¿Estamos «tontos»?

No lo creo. Lo que ocurre es que somos más emocionales que racionales y el pensamiento a menudo lo usamos para «racionalizar nuestras emociones y creencias», de forma que justifique nuestra conducta.

Lo que tenemos que hacer es ser un poco más humildes y «poner más luces» para reconocerlo.

Además, como nuestro sistema nervioso trata de ahorrar energía constantemente y lo que se sale de lo conocido supone un esfuerzo extra o consumo de energía adicional, tendemos a quedarnos en lo conocido, en los hábitos ya instaurados, con el piloto automático conectado constantemente.

En la  zona de confort nos sentimos «calentitos y seguros» aunque la realidad diga a gritos lo contrario.

Sin embargo, esto no es una reflexión filosófica o moral. Nada de eso. Pienso que es algo muy útil y práctico para que reflexionemos y empecemos a virar nuestro marco mental.

¿Por qué? A los hechos me remito. Los resultados que estamos obteniendo no son nada halagüeños:

  • Millones de personas que pasan hambre
  • Millones de personas con depresión
  • Millones de personas tomando ansiolíticos para poder dormir o, peor, para pasar el día de manera «aceptable»
  • Millones de personas trabajando doce o catorce horas diarias que se dejan la salud física, mental, emocional y social por el camino
  • Altos niveles de irritabilidad y agresión física y/o psicológica

Sin embargo, la buena noticia es que hay otras formas de hacer mucho más efectivas.

Otros paradigmas más saludables y eficaces, cuyos resultados han sido demostrados (cada vez hay más investigación científica) por la psicología en colaboración con la neurociencia y otras disciplinas, así como por personas y organizaciones que ya lo aplican.

Se trata de focalizarse en la parte positiva de las personas y las situaciones, sin obviar lo negativo pero no quedándose anclados a ello.

Se trata de potenciar las fortalezas y no perder el tiempo «satanizando» las debilidades.

Se trata de cooperar en vez de competir.

Se trata de sentir alegría por los logros ajenos, en vez de alergia (fíjate que solo hace falta adelantar la «r» una posición) para poder ampliar nuestra comprensión y aprendizaje.

Lo representa muy bien, gráficamente, una escena de la película «En busca de la felicidad», de Will Smith, cuando éste está pasando grandes penurias económicas y familiares. Un día ve aparcar al lado de él un Ferrari del que sale una persona elegantemente vestida.

En vez de sentir rabia o envidia y pasar de largo, se queda mirándole y le dice con muy buen humor «amigo, tengo dos preguntas para usted, ¿Qué es lo que hace? y ¿Cómo lo hace?».

Y ojo, que no estoy queriendo decir que nuestro objetivo sea ganar dinero para comprarnos un lujoso coche (o sí, de cada cual dependerá).

Lo uso como referencia para reflexionar y tomar ejemplo de cuál es el camino a seguir para conseguir aquello que queremos.

En vez de atender sólo los defectos, quejarnos, sentir envidia por los éxitos de los demás o simplemente, obviar lo que va bien, es mucho más saludable y generador de riqueza, admirar al otro y preguntar cómo lo hace.

Lo mismo pasa en las organizaciones.

Si directivos, jefes, supervisores y responsables de personas, pusieran su atención en las fortalezas, en lo que hacen bien determinadas personas, equipos, departamentos o delegaciones y en vez de decir o pensar «es su obligación, para eso le pagamos», dijeran explícitamente:

  • Enhorabuena, lo estás (o estáis) haciendo muy bien.
  • Quiero que me conteis cómo lo hacéis para que lo podamos extender a otros equipos, departamentos o delegaciones de la empresa

Provocarían un cambio positivo espectacular en la organización en su conjunto, incluidos los resultados económicos y el bienestar de las personas.

¿Por qué? Porque dedicar tiempo a mejorar o corregir una debilidad puede producir una progresión aritmética (3 + 3 + 3 = 9), pero dedicar tiempo a mejorar y desarrollar fortalezas, talentos o capacidades existentes, produce progresiones geométricas (3 x 3 x 3 = 27).

De ahí la importancia de que el equipo directivo aprenda a focalizar su atención en lo positivo de sus colaboradores, en lo que ya hacen bien, que lo potencien y repliquen en otras áreas de su organización.

Y no tengan miedo ni vergüenza, y sí mucha humildad y mucho interés en preguntar al que lo hace bien, cómo lo hace. Para replicarlo en los demás.

Imagina el salto cuántico que se produciría. Bueno pues ahí estamos, obviando lo que se hace bien, y señalando obsesivamente lo que se hace mal. Así nos va.

¿Nos apuntamos a una renovación saludable de creencias y hábitos obsoletos?

Todos saldremos ganando.

Fuente imágenes: pergaminovirtual.com.ar

 

16 Comments

  1. Me ha gustado el mensaje: «que el equipo directivo aprenda a focalizar su atención en lo positivo de sus colaboradores, en lo que ya hacen bien, que lo potencien y repliquen en otras áreas de su organización».
    Y los que no lo hacen ¿son malvados? Bueno, no les otorguemos tanto mérito. Recordemos el «Principio de Hanlon» y no atribuyamos a la maldad lo que puede ser mejor explicado por, digámoslo así, la simple incompetencia emocional. (Hanlon le daba otro nombre).

    1. Como me vienes teniendo acostumbrado, Jose, tu comentario siempre enriquece el artículo. No conocía el «Principio de Hanlon», que por lo que veo es un adagio que atribuye a la ignorancia, en lugar de a la maldad la irresponsabilidad ante una mejora importante como aprender a focalizar y potenciar las fortalezas en lugar de señalar y satanizar las debilidades y errores.

  2. Entiendo que se trata de compartir en lugar de atribuirse logros y esquivar responsabilidades, el modelo individualista esta dejando paso al grupal sin barreras, se impone colaborar desde la libertad individual y el convencimiento que la información no es poder, es el medio pero no el fin……. El fin es el resultado de la cooperación que encuentre sentido entre iguales!!! Un abrazo profesor.

  3. Buen artículo. Me ha gustado mucho la progresión geométrica. ¡Es que es verdad! Pero esta ignorancia-incompetencia es la que separa hoy en dia a las empresas y a las empresas…buenas.
    Un abrazo.

    Pd.- Una vez más este artículo se va de titular a mi revista Cambiar es posible https://paper.li/f-1408777381

    1. Muchas gracias una vez más, Javier. Me alegra mucho que te haya gustado y te lo quieras llevar a tu revista. ¡Un abrazo!

  4. Muy de acuerdo
    En casa y en el trabajo siempre cultivo y exhortó la humildad y si mis hijos y mis compañeros tienen que decir una frase mía, es seguro que dirán que «hay que construir y no destruir».

    1. Gracias por tu comentario, José. Ese es el camino, pienso. Saludos y enhorabuena por ello.

  5. Estoy muy de acuerdo en lo que se comenta en el artículo y realmente parece mentira que en las organizaciones, muchos directivos y mandos intermedios todavía no se han dado cuenta de que la motivación es mucho más efectiva cuando se felicita por un buen trabajo que cuando se recrimina por que las cosas no están bien hechas.

    Me gustaría añadir que, tanto en mis vivencias profesionales como personales he detectado que, aquellas personas que tienden a quejarse por todo y ven fallos continuos en los demás, en el fondo esconden una gran inseguridad y aplican aquello de «la mejor defensa es un buen ataque».

    Por último constatar el enorme daño que hacen en las organizaciones las personas que se comportan de esa manera y la dificultad que supone normalmente tratar con ellas.

    1. Muchas gracias por dejar tu comentario, Francesc. Así es, cuando hay falta de asertividad en señalar el error y ausencia de refuerzo positivo, estamos ante un ego que habría que sanear. Para ello, el desarrollo de la inteligencia emocional de directivos y mandos intermedios es clave. Un cordial saludo.

  6. Me ha gustado mucho tu articulo, me ha recordado los 10 mandamientos del managering, en el que el primero es Piensa en Positivo, clave para percibir de los demás lo bueno y no solo lo malo. Yo lo intento poner cada día en practica, tanto en casa como en el trabajo. Y os puedo decir que da buenos resultados.
    Un saludo

  7. Excelente artículo, me siento plenamente identificada.
    La lectura de este tipo de material contribuye a la apertura mental.
    Saludos cordiales a todos!

    1. Muchas gracias, Daiana, por dedicar tiempo a dejarme tu feedback sobre el artículo. Me alegra que te haya gustado y lo veas útil. Un cordial saludo.

  8. Me ha gustado despertar y leer algo tan motivador cuando ya tengo que levantarme a trabajar, no es una queja, simplemente no quiero que mañana el día este tan cargado como se nos viene.
    Pero tengo una duda, que pasa cuando las personas con toda su formación profesional y sus años de experiencia y muy buenos para cumplir las funciones que les encargaron (se supone) son incapaces de cumplir con una tarea adicional? Cuando recibes una respuesta como: eso no me corresponde! o Podría hacerlo pero no es mi función! o quizá un: eso lo hace ella y como ella no está piña si alguien necesita la información.
    Debo admitir q en ese momento me salen unos grandes argumentos para aceptar q sufro de fallofilia.
    Saludos!

    1. Muchísimas gracias, Patricia. Cuando se dan respuestas como las que planteas puede haber detrás varios motivos que habría que descubrir: puede que uno esté «quemado», puede que haya «acomodación» o «desidia». En cualquier caso habría que analizar el clima de trabajo porque puede esconder aspectos más graves ¿En qué ámbito y sector trabajas, Patricia? Un cordial saludo y gracias otra vez por dejar tu comentario.

  9. ME ENCANTO EL TEMA..GRACIAS

    NUNCA ESTA DEMÁS LEER PARA EDIFICARSE MAS…GRACIAS.

    DIOS TENGA MISERICORDIA DEL QUE NO PONGA ESTOS CONSEJOS EN PRACTICA Y SOBRE TODO QUE DIOS NOS LIBRE DE ELLOS Y ELLAS QUE CON SUS MALAS ACTITUDES HACEN TANTO DAÑO….

    BENDITOS SEAMOS TODOS LOS QUE LO PONGAMOS EN PRACTICA

    1. Muchas gracias por tu comentario, Nelly. Un cordial saludo desde España.

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Psicólogo Organizacional