En el mundo laboral actual, el éxito de cualquier equipo depende de su capacidad para moverse como si fuera un solo organismo.
En realidad, una empresa es un sistema complejo y coordinado como el cuerpo humano, en el que cada parte cumple un papel esencial para que el conjunto funcione.
Al igual que en el cuerpo, donde el cerebro, el corazón, los pulmones, el hígado o el estómago trabajan sincronizados para mantenernos en movimiento hacia una dirección, en una organización necesitamos una alineación similar.
Pero lograr esta cohesión va más allá de las funciones y habilidades individuales; requiere de una habilidad clave — la inteligencia emocional.
En esta entrada quiero compartir 3 estrategias de inteligencia emocional aplicadas a la influencia y comunicación persuasiva, de forma que motive a tu equipo a remar en la misma dirección, como un organismo que avanza en equilibrio.
Escucha con empatía para crear una conexión genuina.
Así como el cuerpo responde a estímulos y se adapta según sus necesidades, en un equipo, entender las emociones y perspectivas de cada miembro es esencial para una conexión genuina. La escucha empática implica captar las preocupaciones individuales y entender sus motivaciones, igual que el cerebro procesa y responde a las señales del cuerpo.
Esto no solo fortalece la confianza, sino que permite que cada miembro sienta que su contribución es valiosa.
Tip práctico: Haz una pausa antes de responder. Repite lo que has escuchado con tus propias palabras y valida sus sentimientos. Por ejemplo, puedes preguntar: “¿Hay algo que te preocupe en este proyecto o algún obstáculo que podamos resolver juntos?”. Esto refuerza la sensación de equipo y conexión entre todos.
Comunica con asertividad para inspirar compromiso
En el cuerpo humano (sano), la comunicación entre órganos es clara y constante. En una organización, la asertividad es ese canal claro y respetuoso que permite expresar expectativas sin imposiciones, al igual que los mensajes entre las partes del cuerpo deben fluir para lograr su equilibrio.
Expresar objetivos de manera honesta y directa reduce malentendidos y mantiene al equipo enfocado, asegurando que cada uno sabe hacia dónde rema.
Tip práctico: Utiliza un lenguaje inclusivo que refuerce la visión compartida. Por ejemplo, en lugar de decir “necesito que hagas esto”, puedes optar por “sería de gran ayuda si nos enfocamos juntos en esto para alcanzar el objetivo”. Aquí el “nosotros” refuerza el sentimiento de equipo, del mismo modo que el cerebro depende del corazón y los pulmones para un funcionamiento óptimo.
Valida la motivación intrínseca para alinear metas personales y del equipo
Cada persona, como cada órgano del cuerpo, tiene un papel único y una “motivación” propia en el funcionamiento del sistema.
Como líder, tu misión es descubrir estas motivaciones internas y vincularlas a los objetivos de la empresa, de modo que cada miembro aporte al equipo mientras realiza su propósito individual.
Cuando el equipo ve cómo su esfuerzo encaja en el “todo”, se genera un ciclo virtuoso de motivación y cohesión.
Tip práctico: Pregunta a cada miembro cómo se sienten respecto a sus tareas y qué los motiva personalmente. Por ejemplo, incorpora esta información en tus conversaciones de equipo, resaltando cómo su papel específico aporta a la “gran meta” colectiva. Esto genera una conexión emocional profunda, similar al equilibrio armonioso del cuerpo humano cuando cada órgano cumple su función con precisión.
Y recuerda que…
Lograr que el equipo avance en la misma dirección, como un sistema armonioso, requiere más que técnicas de persuasión: exige una conexión emocional real.
Al aplicar estas habilidades de inteligencia emocional —escucha empática, comunicación asertiva y propósito o sentido—, ayudarás a que el equipo funcione en perfecta coordinación, como un organismo donde cada parte aporta a un resultado sólido y sostenible.