¡LO QUIERO TODO Y LO QUIERO YA!

lo_quiero_todoSí amigo/a lector/a. Lo queremos todo y ya. Es uno de las peores plagas que tenemos en la sociedad occidental actual.

Ahora mismo ya deseas estar terminando de leer este artículo porque tienes mucha prisa para hacer otra cosa (leer otro artículo, escribir el tuyo, mirar el facebook, twitter o entrar en Youtube a ver un video que tienes pendiente).

Y por supuesto con la ilusión de que eres capaz de simultanear de forma productiva y eficiente varias acciones, tal cual CPU cuántica.

Creo que en la raíz de esta plaga está la abundancia con la que tenemos la suerte de vivir y convivir en los países «desarrollados».

Abundancia de productos, servicios e información con los que nos inundan a diario los medios de comunicación, ¿o deberíamos decir «miedos de comunicación»?

Porque a muchas personas nos genera miedos irracionales estar inundados de mensajes de éxito social rápido, fácil y glamuroso.

Miedo a no tener y conseguir todo lo que parece que hay que tener y conseguir para ser feliz, completo y admirado.

Vamos, lo que se dice toda una persona de éxito según los cánones sociales.

Es más, si no conseguimos todo lo que nos rodea pareceremos fracasados, memos, vacíos.

Y no me refiero solo a aspectos materiales o tangibles. También quiero leerme cada día toda la información que existe y aparece publicada sobre los temas que me interesan.

También quiero tener miles de seguidores en twitter, facebook, linkedin y demás redes sociales.

También quiero recibir cientos de «me gusta» en mis publicaciones porque si no lo consigo significa que la gente no me aprecia, no me acepta o me ignora. Y eso es un golpe bajo a mi autoestima.

Quiero todo esto y lo quiero ya. No puedo esperar porque me desespero y veo como los demás tienen todo eso que quiero yo también.

Además, cuando veo a alguien que tiene o consigue lo que yo quiero (o sea, todo) lo vivo con resignación y tristeza.

Porque creo que entonces soy peor persona, valgo menos. Vivo las ganancias de los demás como pérdidas propias. Vivo éxitos ajenos como fracasos propios.

Creo que si otra persona consigue lo que yo quiero ha reducido o anulado las posibilidades de que yo lo consiga.

Porque, claro, lo quiero todo y lo quiero ya. No puedo esperar ningún proceso de trabajo, paciencia, perseverancia, errores, caídas, trabajo, paciencia y perseverancia. No puedo perder tanto tiempo.

 

website_banner35El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías señala que Europa es el territorio con el consumo medio de ansiolíticos más elevado del mundo. Y dentro de Europa, España es uno de los países donde más se consumen.

Y es que otro efecto de tenerlo todo y ya cuando nadamos en la abundancia es una baja tolerancia a la frustración.

Nuestra resiliencia se atrofia cuando estamos acostumbrados a tenerlo todo rápido y sin esfuerzo (¡ojo en cómo educamos a nuestros jóvenes!).

Cuando vienen mal dadas, vacas flacas, tropiezos y caídas inherentes a la vida de todo ser humano «se nos hace de noche». No vemos la salida fácil y rápida.

Pero es que no la hay. Se trata de llevar a cabo un proceso de gestión emocional y racional para ponernos a caminar afrontando las dificultades, con paciencia, perseverancia y reflexión para observar qué hacer diferente o pedir ayuda cuando sea necesario.

Esto explicaría que, a pesar de querer proyectar nuestra mejor cara y todo «lo guay» que hacemos y nos ocurre en la vida a modo de hit parade en las redes sociales, sentimos malestar y vacuidad emocional.

Pero es que esto que nos ocurre a nivel personal nos lo llevamos al nivel organizacional, porque en la empresa «no somos otra persona» (otra cosa es que tratemos de aparentarlo).

Y en las empresas y administraciones públicas también lo queremos todo y ya. Queremos los resultados para ayer, sin discriminar si es viable o no. Y así nos va, claro.

Lo quiero vender todo y ya. Lo quiero facturar todo y ya. Lo quiero cobrar todo y ya. Quiero todo lo mejor de mis colaboradores o empleados, y lo quiero ya.

Y claro, esto nos pone al borde del abismo de «vender la piel al diablo» y confundir los medios con los fines.

Así entramos en la delgada línea roja de poder pisar al vecino, amigo o compañero para empujar la maduración de la fruta antes de tiempo, no con el ánimo de hacer daño (a veces ni si quiera somos conscientes) sino porque nuestro objetivo no nos deja ver a las personas.

A menudo nos acordamos de los demás solo para apalancarnos en ellos como acelerador propio (y luego si te he visto no me acuerdo, o te muestro mi sonrisa social y nada más).

las-aprencias-engananNos hacemos expertos en variopintos social makeup, proyectando algo que no somos ni tenemos, con el objetivo de catapultar resultados fulgurantes.

Resultados tan rápidos como fugaces, efímeros e insostenibles.

Y entre tanto deseo cortoplacista, tanta carrera vertiginosa por conseguirlo todo y ya, olvidamos que la vida es un equilibrio entre el corto y el largo plazo.

Olvidamos que nos han engañado. Que no hay éxitos rápidos a corto plazo, sin esfuerzo, planificación, paciencia y perseverancia. Que no hay atajos éticos.

Y olvidamos que los negocios rápidos a costa de perjudicar a otras personas no son sostenibles porque tarde o temprano alguno de esos perjudicados «tira de la manta» y sale a la luz lo que hay debajo, y entonces te caes.

Seguro que conoces más de un caso en este sentido.

Pero no aprendemos. Lo queremos todo y lo queremos ya.

Y mientras tanto que nos quiten «lo bailao». Que la vida son cuatro días.

Bueno, pues en tus manos queda elegir el camino rápido y fácil (quizá con ansiolíticos de por medio) o lento y laborioso (pero más saludable para ti y tu entorno):

Había una vez un sabio que respondía con mucha madurez todas las preguntas que le hacían.
Cada persona que se presentaba ante él salía con la respuesta justa a su pregunta.
Cierto día un joven celoso de su sabiduría se propuso urdir una trampa; iría al sabio con un pequeño gorrión entre sus manos y le preguntaría si éste estaba vivo o muerto; si el sabio decía que estaba vivo, él apretaría al pájaro con sus manos y al abrirlas éste habría muerto… y el sabio se habría equivocado. Si contestaba que estaba muerto éste lo dejaría volar… y el sabio se habría equivocado.
Se sentía orgulloso. Su plan no podía fallar.
Fue así que llegó ante el sabio y expuso su pregunta:
– “Gran sabio, dime si éste gorrión que tengo en mis manos está vivo o está muerto”
El sabio después de mirar al joven a los ojos le respondió:
– “Apreciado joven, la respuesta está en tus manos”.
Y es que las personas somos auténticas palancas de éxito, aunque necesitamos preparación, planificación, disciplina, tiempo, paciencia y perseverancia (entre otras fortalezas del carácter) para relanzar nuestra vida de forma sostenible.

 

¿A ti también te pasa que lo quieres todo y ya?

¿Qué camino eliges?

Fuente imágenes: zazzle.es; principiodeuncomienzo.wordpress.com

*También puedes leer «Misión, Visión y Valores, ¿Visual Merchandising»

La Palanca del Éxito

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Psicólogo Organizacional