El ego, tal como vimos en el artículo anterior, es ese componente tan humano que, en el entorno laboral, puede volverse también un obstáculo significativo para el bienestar y el crecimiento de la organización.
Solemos verlo como algo negativo cuando está agrandado, cuando domina con actitudes de superioridad o de acumulación, motivado por la necesidad de controlar y retener. Pero el ego también puede hacer daño cuando se empequeñece, cuando susurra que no somos suficientes y nos hace dudar de nuestro valor y capacidades.
En ambos casos, el ego nos conduce hacia una mentalidad de escasez y miedo: el miedo a perder, a quedar expuestos o a no ser reconocidos.
Cuando el ego está agrandado, se alimenta de la acumulación y la competencia. Cuando está minimizado, evita el riesgo y se paraliza ante las oportunidades.
En ambos extremos, el potencial de la empresa y el bienestar de los empleados quedan limitados. Este juego entre la sobreestimación y la subestimación de uno mismo crea una oscuridad que frena la colaboración y limita el crecimiento de todos.
Inteligencia emocional y consciencia. El camino de la escasez a la abundancia interior
Para superar los efectos negativos del ego, en cualquiera de sus extremos, la inteligencia emocional y la consciencia son nuestras mejores aliadas.
Si el ego, ya sea agrandado o empequeñecido, genera una oscuridad que bloquea el desarrollo, la inteligencia emocional y la consciencia traen la luz y la claridad necesarias para avanzar.
La inteligencia emocional nos permite reconocer esas emociones y pensamientos que influyen en nuestro ego, identificando cuándo estamos reteniendo o acumulando por miedo o cuándo nos estamos reduciendo y conteniendo por falta de confianza.
La consciencia, a su vez, nos guía a un lugar de abundancia, donde el verdadero valor no está en acumular ni en pasar desapercibidos, sino en contribuir, colaborar y apoyarnos en el equipo.
Este cambio de mentalidad crea una cultura organizacional que favorece tanto el bienestar emocional como el crecimiento compartido.
Tres pasos para iluminar el bienestar y superar los extremos del ego
1️⃣ Abrir la comunicación y fomentar la transparencia
La transparencia y la comunicación abierta ayudan a equilibrar el ego, sea cual sea su estado.
Cuando todos tienen un espacio seguro para expresar sus ideas y compartir sin temor a la crítica o al juicio, el ego pierde fuerza.
La sobreestimación se desvanece, y la subestimación se disuelve en un entorno que valora y respeta a cada miembro del equipo. Este ambiente de apertura fomenta la colaboración y elimina esa necesidad de retener logros o minimizar el valor propio.
2️⃣ Cultivar la inteligencia emocional para el equilibrio personal
La inteligencia emocional es fundamental para gestionar el ego en sus dos extremos.
En el caso de un ego inflado, permite reconocer cuándo estamos actuando desde la arrogancia o la necesidad de control.
En el caso de un ego reducido, nos ayuda a ver nuestro propio valor y a participar con confianza.
Esta inteligencia emocional es el pilar que sustenta una empresa que crece desde el equilibrio, donde todos pueden aportar sin miedo ni exceso de competencia, logrando una productividad sostenible y saludable.
3️⃣ Fomentar el servicio y la contribución como valores fundamentales
Cuando el servicio y la contribución se colocan en el centro de la cultura organizacional, el ego, en cualquiera de sus manifestaciones, se suaviza.
Las personas encuentran satisfacción en el éxito colectivo y no en la acumulación o en el anonimato.
Una empresa que fomenta el servicio y la contribución como valores guía fortalece el bienestar y la cohesión de los equipos, reduciendo el impacto del ego individual.
Además, este enfoque impulsa la productividad y crea un sentido de pertenencia que beneficia a todos.
Hacia una cultura de bienestar, confianza y abundancia compartida
Gestionar el ego en la empresa, tanto cuando se agranda como cuando se reduce, es esencial para construir una cultura de bienestar y crecimiento.
Al adoptar la inteligencia emocional y la consciencia, transformamos la oscuridad de la escasez y el miedo en una luz de confianza y colaboración.
En una empresa que abraza el equilibrio, la transparencia y la generosidad, el bienestar y la prosperidad no solo se logran; se multiplican.
Porque el verdadero éxito organizacional no se basa en acaparar ni en olvidarse de uno mismo, sino en la contribución y el compromiso de todos.
Fuente imagen: Dall-E.