LA EMPRESA QUE IGNORA LAS EMOCIONES, ¿QUÉ PRECIO PAGA?

emocionnoA lo largo de mis 25 años de experiencia laboral en empresas del ámbito privado, he encontrado siempre presentes las emociones de forma tangible tanto en equipos directivos como equipos técnicos, administrativos, comerciales, etc.

Lo que ocurre es que la presencia de estas emociones no era explícitamente aceptada.

Normalmente, sólo se señalaban los comportamientos negativos. Gritos o malas formas por parte de algunos directivos, y bajos rendimientos, absentismo o falta de proactividad por parte de empleados.

Los comportamientos positivos, habitualmente, no se señalaban porque se suponía que para eso le pagaban a uno/a.

Pero esto era antes, ahora ya no ocurre… ¿verdad?… ¿o si? 😉

¿Por qué sucede esto? Quiero decir, ¿por qué se producen este tipo de comportamientos negativos o improductivos, incluyendo las malas formas? ¿No está interesado todo el mundo en hacer las cosas bien?

Es decir, ¿hay alguien en una empresa que tenga interés en que su propio rendimiento sea malo, bajo, o insatisfactorio? ¿Alguien desea que el resultado de su trabajo no sea eficaz, que no produzca beneficios? Yo creo que nadie, por la cuenta que nos trae.

Todas las personas que trabajamos en una empresa queremos y tenemos interés en que nuestro trabajo sea positivo y dé buenos resultados. Primero por la propia satisfacción que genera el aportar valor y resultados. Segundo, porque si a la empresa le va bien se supone que la continuidad está asegurada. Tercero, porque el propio currículo se enriquece considerablemente.

Pero la realidad dice lo contrario. Los comportamientos proactivos, colaborativos, creativos, in y extra-rol, se van degradando. Parece como si la entropía hiciera de las suyas en la organización.

entropía organizacionalUna de las causas que más incide en este deterioro comportamental es la falta de gestión emocional a nivel individual, colectivo (equipos) y organizacional (cultura y clima). Esto suele ser debido a una creencia errónea sobre la presunta racionalidad humana.

Es decir, como el equipo directivo, con su máximo ejecutivo a la cabeza, cree que la lógica opera como única causa del comportamiento humano, no ve necesaria la gestión de algo que no tiene nada que ver en ello. Es más, le parece una chorrada porque «la gente ya es mayorcita para cogerse rebotes tontos», suelen aducir.

Como mucho, la dirección atribuye las causas del comportamiento a querer o no querer hacer algo, y punto.

Cuando en realidad, en el proceso volitivo entran factores emocionales (motivación y actitud) y psicosociales que modulan la respuesta final.

Todavía existe el pensamiento simplista en algunas organizaciones de que el comportamiento productivo se soluciona con incentivos económicos o con amenazas. Y no es así. Puede que al principio, durante unos meses haga su efecto la zanahoria y el palo, pero no más.

¿Por qué? Porque la lógica, la racionalidad, tiene un bajo impacto en el comportamiento productivo de las personas cuando compite con energía emocional inhibida o mal canalizada.

El sistema emocional, que todos llevamos, tiene la potencia de un elefante, y la razón y la lógica necesitan «poner de su lado al elefante» cuando éste empuja con toda su fuerza. De lo contrario saldrá perdiendo casi con toda probabilidad.

Esto es a lo que llamamos inteligencia emocional, a poner a trabajar a la emoción al servicio de la razón y a la razón al servicio de la emoción.

Las emociones mal gestionadas tienen un efecto boomerang.

Siempre vuelven para decirnos que están ahí y que necesitan ser expresadas de forma inteligente o de lo contrario causarán lesiones en forma de dolor, mal humor, agotamiento, cinismo, gritos, percepción de amenaza constante o sensación de ineficacia en nuestro trabajo.

La contínua inhibición emocional sobrecarga el sistema nervioso y cardiovascular, y debilita el sistema inmunitario, dejándonos expuestos a contraer afecciones graves.

Y esto no es ajeno a la organización puesto que tiene un alto impacto en su cuenta de resultados. Tiene que gestionarlo, sí o sí, aunque sólo sea por negocio.

Cuando una persona que trabaja en la empresa deja de estar comprometida como lo estaba antes, suele haber un motivo emocional detrás mal gestionado que es necesario abordar.

ayuda_burnoutEl motivo puede ocultar una falta de equidad percibida, o una mala relación con su responsable, o un exceso crónico de tareas junto a una falta de autonomía, o no poder equilibrar trabajo-vida privada, o un clima de excesiva tensión, o tener la sensación de haberse quedado obsoleto/a técnicamente, o un exceso de comunicación electrónica y baja comunicación cara a cara, etc.

Si la organización no tiene una estrategia emocional que promueva la gestión activa de estos aspectos de las personas, se irá degradando poco a poco el rendimiento de sus equipos y de la organización en su conjunto, siendo ésta menos competitiva y por lo tanto, quedándose rezagada respecto a sus competidores.

¿Es esto lo queremos para nuestra empresa? ¿O queremos ser una organización saludable y productiva, aunque sólo sea por negocio?

En manos del equipo directivo está implantar una estrategia emocional, o dejar que se degrade el compromiso y los resultados.

Hasta pronto!

Fuente imágenes: enriquedans.com;elrepublicanoliberal.blogspot.com; ourhealthcaresucks.com

7 Comments

  1. Me parece muy interesante la difusión de la necesidad de gestionar las emociones, en ámbitos donde hasta ahora era un tema denostado, por considerar que no tenía valor económico.

  2. Mantener en lo posible él mas alto nivel de salud,fisica mental y social es deber de la empresa, gestionar un evaluación de riesgos psicosociles para prevenir LOPCYMAT

    1. Muchas gracias por comentar en este blog, Ruben. Así pienso yo también, que es deber de la empresa prevenir y promover la salud, pero mientras aquí en España no sea obligatorio por ley y se apliquen multas millonarias, tardaremos en verlo aplicar de una manera sistemática.

      Saludos!

  3. Es una reflexión interesante: si todo el mundo está interesado en hacer las cosas bien ¿por qué se producen comportamientos emocionales desagradables o improductivos, incluyendo las malas formas?

    Juan Pedro Sánchez aporta una respuesta con varios factores:
    1. La falacia de que somos racionales y que la emoción es una especie de fracaso del proceso racional.
    2. Como consecuencia de dar por buena la falacia anterior, las empresas ni prestan atención a las emociones, ni establecen estrategias de gestión emocional.
    3. Se castigan los comportamientos no deseados, pero no se premian los deseados, ni siquiera los excelentes, bajo la justificación de que eso es lo que se espera y que ese reconocimiento ya va en la nómina.

    Esta respuesta conlleva una propuesta que consiste en la integración «sistemática» de «la gestión emocional a nivel individual, colectivo (equipos) y organizacional (cultura y clima)» tal como señala Juan Pedro Sánchez con gran acierto. Dicho de otra forma, se trata de integrar la inteligencia emocional como un factor constitutivo esencial de la «inteligencia gerencial» y, más aún, del liderazgo.

    1. Muchas gracias por tu comentario, José. Yo no lo hubiese explicado mejor 😉 Un abrazo!

  4. […] entrada es un reblogueo comentado de la entrada LA EMPRESA QUE IGNORA LAS EMOCIONES, ¿QUÉ PRECIO PAGA? publicada originalmente en La Palanca del Éxito por Juan Pedro […]

  5. […] tanto, la inteligencia emocional del equipo directivo es un factor crítico para generar y mantener, de manera sostenida, este sentimiento en el seno de su […]

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