Inteligencia Artificial, de innovación a commodity

La integración de la inteligencia artificial (IA) en el entorno laboral está demostrando (y creo que aún queda mucho por ver) que es una herramienta muy valiosa para mejorar, por ejemplo, la productividad, la eficiencia y el desempeño de los empleados respecto a la tarea.

Incluso puede que influya en el bienestar, el engagement o en la salud mental de las personas que trabajan en una empresa, aunque falta todavía mucha investigación en este sentido.

Y también creo que debemos pensar que la eficacia de la IA en el bienestar de las personas puede que sea solo inicialmente, ya que la novedad que la inteligencia artificial aporta (como toda novedad) puede generar un impulso significativo, pero con el tiempo, el fenómeno de la habituación humana junto a las necesidades biopsicosociales suelen emerger como factores determinantes que piden a gritos atención.

Yo creo que llegará un momento en que la IA será una commodity, como lo fue en su momento el cajero automático, la conexión a Internet o la ofimática.

A medida que la rutina cotidiana se impregna de las ventajas proporcionadas por la IA, el fenómeno de adaptación entra en juego.

La emoción inicial y la motivación generada por la novedad tienden a disminuir progresivamente, porque ya está satisfecha esa necesidad, volcando nuestra atención en otras necesidades biopsicosociales todavía no satisfechas (quizá reconocimiento, aceptación, empatía, escucha, seguridad psicológica, confianza, etc.).

Aquí es donde debemos atender y visualizar el riesgo de sustituir elementos humanos fundamentales para mantener un ambiente laboral saludable y sostenible.

Recursos laborales y personales de suma importancia, como un liderazgo asertivo y equilibrado en la orientación a resultados y personas, o una inteligencia emocional aplicada a la comunicación (analógica y digital, verbal y no verbal), se convierten en elementos cruciales para amortiguar la inevitable insatisfacción crónica del ser humano.

Sin olvidar los procesos grupales complejos que se dan en todo colectivo (reclutamiento, socialización, liderazgo, normas, roles, estatus, productividad, comparación social, convergencia, divergencia, descontento, resocialización, salida…).

La interacción humana, con su complejidad única, junto a la necesidad de balance entre la identidad personal y social, destacan la relevancia de habilidades que se equilibren con las capacidades de la inteligencia artificial (Yin Yang).

La percepción de la intención, a través de la energía que fluye de manera inconsciente en toda interacción humana, es insustituible.

En el momento que percibimos intención de manipulación o engaño, nos ponemos a la defensiva y cambia notablemente nuestra actitud hacia quien atribuimos dicha intención.

La construcción de confianza y seguridad psicológica entre los miembros del equipo requiere una comprensión profunda de las sutilezas emocionales y sociales que solo los seres humanos pueden proporcionar.

Por supuesto, esto no es un manifiesto en contra de la inteligencia artificial, sino a favor de ella, para que robotización y humanización puedan consolidarse de manera integrada en las empresas.

Siendo esto positivo y favorable no solo para el bienestar y la salud de las personas, sino para la cuenta de resultados de la organización. O viceversa.

Lo que quiero transmitir es que la inteligencia artificial puede ser una herramienta extremadamente valiosa para mejorar la experiencia del empleado y que su eficacia, a largo plazo, dependerá de la integración armoniosa con otras necesidades humanas fundamentales.

Creo que no son sostenibles las empresas con personas centradas únicamente en la satisfacción de necesidades económicas o materiales, porque, siendo esto necesario, es insuficiente para satisfacer las necesidades variables y dinámicas de personas y grupos.

Los «egosistemas» no son rentables a largo plazo porque encuentran, tarde o temprano, la horma de su zapato. Las personas que trabaja en ellas puede ser buenas, pero no gili**llas. Así que terminarán marchándose a la competencia.

De forma que el liderazgo saludable, la inteligencia emocional aplicada y las condiciones de trabajo (factores psicosociales), seguirán siendo elementos esenciales para mantener un entorno laboral enriquecedor y sostenible que todos queremos (y necesitamos) con impacto positivo en la salud mental y la cuenta de resultados.

¡Sigamos trabajando para mejorar los entornos laborales desde una perspectiva multifactorial, multinivel, sistémica y holística!

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Psicólogo Organizacional