A menudo, muchos empresarios y directivos se preguntan por qué deberían tener en cuenta las emociones de sus trabajadores o colaboradores en su empresa.
No ven la utilidad, si acaso solo pérdida de tiempo, dinero y energía. Y esto tiene una sencilla explicación:
El sistema educativo está organizado alrededor de la creencia de que solo somos racionales.
Es decir, se asume que todo comportamiento está motivado o dirigido por la lógica, por la razón (derivado del dualismo cartesiano).
El problema es que esto tiene un error de base, ya que la emoción tiene una ponderación mucho mayor que la razón sobre la conducta.
En realidad nuestro cerebro es un experto racionalizador de decisiones emocionales.
Y estas decisiones emocionales (a menudo inconscientes) son propiciadas por sesgos, creencias, estereotipos y prejuicios fruto de nuestra fisiología cerebral más nuestra educación y vivencias personales.
Son factores subjetivos que activan sentimientos que nos proporcionan rica información de cómo vivimos y percibimos nuestro entorno.
Ahora bien, aunque sean factores subjetivos, cuando se activan de manera colectiva y mayoritaria en un equipo, departamento u organización, se convierte en una herramienta muy potente: clima o ambiente laboral.
Un clima emocional que va a determinar (para bien o para mal) la eficacia colectiva, la confianza, el optimismo, la satisfacción, la superación de obstáculos, la productividad…
Entonces, la explicación de por qué o para qué necesitamos entrenamiento en inteligencia emocional en las organizaciones es muy sencilla:
[Tweet «Razón, emoción y sentimiento, son sherpas del comportamiento.»]
Dependiendo de lo bien entrenados en trabajar en equipo que estén estos sherpas, podrán impulsar nuestra empresa hacia el éxito, la excelencia o la mediocridad.
Además, podrán ser guías de conductas de ayuda que hacen más fácil y seguro el ascenso, o de conductas ofensivas y defensivas que nos hagan sufrir el camino.
Podrán contagiar alegría y optimismo para disparar la productividad o sembrar temor y escepticismo que atrincheran en la supervivencia.
Nos llevarán por el camino de la adaptación al cambio o por la senda del rechazo, impulsando la confianza o contagiando distanciamiento.
¿Por qué esto es ahora importante y no lo era tanto hasta hace poco?
Porque en tiempos más estables y previsibles, junto a trabajos más estructurados o mecánicos donde no es tan necesaria la creatividad, la innovación o la iniciativa, nuestra mente emocional no es tan significativa (aunque también sea funcional).
Pero ahora sí necesitamos las capacidades emocionales para conseguir mayor adaptación, flexibilidad, cambio y transformación, porque estamos ante un mercado globalizado y altamente cambiante, donde nuestra competencia no está (solo) en nuestra ciudad sino a la otra parte del globo.
Así que olvídate de dar solo razones, datos y estadísticas para conseguir que tu equipo quiera superar obstáculos y abordar cambios.
La razón es necesaria pero no suficiente.
A base de razonamiento solo conseguirás asentimiento, pero no comportamiento.
[Tweet «»Mientras que la emoción incita a la acción, la razón solo lleva a conclusiones», Donald Caine»]
Para terminar te dejo tres ejemplos de situaciones o aspectos que las empresas no consiguen superar del todo, por usar solo el «razonamiento»:
- Introducir tecnología (y que se use adecuadamente).
- Diferenciarse de su competencia.
- Fidelizar clientes internos y externos.
Dejo para otros posts profundizar en estos ejemplos. Si te interesa alguno de ellos (u otros ejemplos que conozcas) déjame un comentario y escribiré un post con los temas más solicitados.
¿Sigues si tener en cuenta las emociones en tu empresa?
¿Sigues creyendo que tienes un equipo racional?
Fuente imágenes: yudithortegaharo.wordpress.com
*Te dejo un resumen de mis artículos en LinkedIn
**Y un curso online sobre inteligencia emocional aplicada a la comunicación con tu equipo