Pilar Gómez-Acebo, extraordinaria experta en alta dirección y consejos de administración, afirma categóricamente: «el buenos días del directivo va directamente a la cuenta de resultados de la organización». No puedo estar más de acuerdo con ella.
Estamos hablando del «cómo» hacemos las cosas en nuestra organización en ampliación del «qué» hacemos. Hablamos de la «forma» como complemento al «fondo».
Ya no basta con establecer una estrategia racional y ponerse a trabajar de manera fría, lógica y cerebral, sobre todo en negocios con un componente altamente intelectual (servicios de tecnología, consultoría, y en general servicios con alta cualificación).
Necesitamos imperiosamente generar y mantener climas emocionales productivos en la empresa y gestionarlos inteligentemente para potenciar la eficacia del binomio razón-emoción.
Gestionar las emociones y los sentimientos en la empresa no es algo tonto o baladí. Es algo muy serio, muy duro de gestionar, aunque esencial hoy para el éxito de cualquier proyecto.
¿Por qué? Porque las personas somos mucho más emocionales que racionales (a no ser que exista alguna patología subyacente), aunque esto suponga un «mazazo» a las creencias de algunos directivos y mandos intermedios más tradicionales.
Es decir, el componente emocional impacta directamente y en mayor peso que lo racional en la cuenta de resultados de la empresa (en forma de calidad o mediocridad de producto, trato y atención al cliente, bajas, absentismo, rotación, conductas extra-rol, presentismo, conductas de ciudadanía organizacional y contraproductivas, entre otras).
Hay quien me dirá «mis clientes me exigen un precio muy ajustado, así que lo primero es el dinero y debo ceñir mis recursos a ello».
Efectivamente, si no termino vendiendo no hay empresa que gestionar, pero antes y después de la venta, si no cuido exquisitamente el «cómo», la «forma», el «clima emocional» tanto de mis colaboradores y equipos como de mis clientes externos, estaré perjudicando seriamente mi cuenta de resultados a corto, medio y largo plazo.
Y aquí volvemos al «buenos días» del directivo. El «cómo», estimado(a) directivo(a), cuesta poco (es gratis) y vale su peso en oro macizo.
Y antes de seguir, aclarar 3 cosas que me parecen básicas:
- Hablar de emociones no es sentimentalismo, es hablar y trabajar desde la pluralidad para contar con las necesidades de los demás en el logro de objetivos.
- Lo emocional no es sensiblería, es dirigir y liderar con auctoritas non potestas.
- Si tratamos a nuestros equipos y clientes como un coste, no podemos esperar que se comporten como si fueran una inversión (sería pueril por nuestra parte).
¿Y cómo sabemos cuándo nuestros directivos y mandos intermedios necesitan plantearse seriamente el desarrollo de sus habilidades emocionales?
A ver, como intervención primaria siempre es eficaz iniciar y mantener un proceso de desarrollo de competencias emocionales en el trabajo, pero sí que hay algunos síntomas que indican la necesidad imperiosa de ello:
- Falta de alegría y buen humor en los equipos de trabajo (empezamos a sentir un ambiente «apagado», «frío» o anormalmente «maquillado» en nuestros departamentos).
- Escasez o ausencia de conductas extra-rol (los colaboradores se limitan a «cumplir de manera justita» con su trabajo, ni un ápice más).
- Los esfuerzos puntuales son recibidos a menudo con «malas caras» y «comentarios de pasillo» (el orgullo de pertenencia o la identificación con el proyecto ha caído).
- Tenemos un aumento de horas de trabajo semanal pero la productividad no aumenta en la misma proporción (nos cuesta más hacer lo mismo).
- Exceso de demandas emocionales y falta de recursos para hacerles frente (en empresas de servicios es muy frecuente).
Aunque lo correcto es hacer una evaluación psicosocial para poder hacer un diagnóstico de la situación y recomendar la intervención más adecuada.
Quizá necesitemos mejorar el liderazgo, pero también es posible que enriqueciendo el puesto de trabajo consigamos mejoras, aumentando la autonomía del trabajador o disminuyéndola si es excesiva o inadecuada, o reduciendo la ambigüedad de rol, o eliminando algún conflicto de rol, etc. Todo dependerá del resultado arrojado por el informe de evaluación.
Reducir o eliminar los síntomas anteriormente señalados son algunos objetivos o mejoras que buscamos al intervenir mediante workshops de inteligencia emocional aplicada al trabajo.
Es decir, en un taller de inteligencia emocional aprendemos las bases y obtenemos los recursos para desarrollar la habilidad de percibir, usar, comprender y manejar el sistema de información emocional individual y colectivo, manejar adecuadamente la empatía, la asertividad y el cuidado exquisito de la comunicación no verbal de directivos, supervisores y profesionales de atención al cliente.
Al menos este es el enfoque que yo aplico en los talleres y conferencias en los que intervengo.
Hasta pronto!
Fuente imágenes: cultura.elpais.com; etiquetaysociedad.blogspot.com
Si los empresarios se tomaran en serio tu post los que somos apasionados especialistas de la Gestión x Competencias estaríamos ahogados de trabajo, por que hay una cantidad brutal de directivos con nula I.E.(dos palabras como «buenos días», dicho sinceramente, reportan un feedback increíble).
Un saludo.
Manel Macià
@xcompetencies
Muchas gracias por tu comentario, Manel.
Pues se lo tendrán que ir tomando en serio, porque en cuanto repunten un poco las oportunidades de trabajo, los mejores profesionales se les marcharán y se preguntará por qué poniendo cara de incredulidad. O van incluyendo las competencias emocionales en su día a día o terminarán desapareciendo porque la selección natural en las organizaciones ya ha comenzado, desde mi punto de vista.
Un saludo.
Hay muchas formas de dar los «Buenos días». Con lo fácil que es hacerlo con una sonrisa y presentar el día con optimismo y transmitiendo buenas sensaciones no es común encontrarte esta actitud en los puestos de responsabilidad. Abrumados con la cantidad de problemas generados y buscando soluciones para todos ellos. Certero post y coincido con Manel en el que ha demasiados directivos con muy poca Inteligencia Emocional. Un saludo
Gracias, Miguel Ángel, por enriquecer el post con tu comentario. Estamos, en mi opinión, ante un cambio de era y si no se adaptan los directivos a las nuevas formas de dirigir personas, terminarán pagando muy caro sus deficiencias en cuestión de liderazgo.
Un saludo!
Muy acertado el post Pilar. ¿Y que hacemos con la administracion?.
Todos los sintomas que dices, generalitzando claro, se dan. La Potestas que no auctoritas es habitual y los resultados son los que dices: ambientes de trabajo frio, practicas extra rol inexistentes, calienta sillas con bajo rendimiento abundantes. Aunque los recordes afectan, estoy seguro que esa no es a razon. Porque aunque tenemos el trabajo seguro, es posible que ya no tengamos, o no nos lo saben explicar, un proyecto en el que implicarnos y nuestro orgullo de pertenencia esta en minimos, por lo menos por ahora.
Hola Manel, creo que te has confundido de autor/a 🙂 pero en cualquier caso muchas gracias por tu comentario, que me parece muy acertado a la realidad.
Efectivamente, aunque se perciba seguridad en el puesto de trabajo, si no hay un clima favorable para la conexión emocional que permita esa identificación con el proyecto y orgullo de pertenencia, no se producirán resultados extraordinarios. La situación actual influye, pero creo que es un tema más de cultura corporativa y de madurez directiva.
Saludos!
Lo comparto totalmente y me parece que es absolutamente necesario llevarlo a la práctica en la administración pública, que es donde trabajo
Gracias por dejar tu comentario, Arantza. Por supuesto, la estrategia emocional se debe implementar en cualquier organización, incluida la administración pública. El impacto en el bienestar personal y en la eficiencia de los departamentos es impactante tras el cambio.
Un cordial saludo.
Aún no logro entender por qué algo tan lógico, tan fácil, tan efectivo… resulta tan difícil para algunas personas. Supongo que lo emocional, también les afecta a ellos, aunque ni tan siquiera se lo planteen.
Muchas gracias por dejar tu comentario, Mariol. Como sabes, las emociones nos afectan a todos (a no ser que exista alguna patología o trastorno). Lo que ocurre es que todavía arrastramos una fuerte influencia del racionalismo, más si cabe, en las organizaciones. Afortunadamente, los directivos que empiezan a desarrollar sus habilidades socioemocionales y comprueban los resultados, se preguntan cómo no lo habían aplicado antes.
Un cordial saludo.