CULTURA DEL ESFUERZO SÍ, ¡PERO NO LA DE SÍSIFO!

sisifoEl pasado 28 de octubre tuve la fortuna de poder asistir a la conferencia «Creer, crear, lograr» que impartió Alex Rovira en el Auditorio y Palacio de Congresos de Castellón con motivo del evento organizado por el CEEI «Enrédate Castellón 2016».

A Alex Rovira le tengo una admiración especial porque, como explico en el libro «La Palanca del Éxito, SL» (Kolima, 2016), su libro «La brújula interior» (Empresa Activa, 2003) fue el detonante para que yo iniciase un proceso de reinvención.

Me encanta la claridad y riqueza verbal con la que expuso casi la totalidad de su ponencia, aunque resonó especialmente en mi interior la respuesta que dio a alguien del público cuando preguntó su opinión sobre la cultura del esfuerzo.

Y resonó porque es lo que explicamos una y otra vez desde la psicología organizacional positiva como práctica saludable y rentable en las empresas.

Básicamente se refiere a que el esfuerzo debe ir acompañado de una humanidad que permita el bienestar y la alegría, porque si solo va acompañado de sufrimiento será contraproducente.

[Tweet «»El esfuerzo es un valor instrumental, no un valor final», Alex Rovira»]

Es decir, esfuerzo sí, por supuesto. No hay otra forma ética de acercarse a objetivos valiosos y sostenibles; pero desde el sentido, el entusiasmo y la búsqueda de resultados.

Esto parece muy de sentido común pero encontramos numerosas organizaciones donde se trabaja como valor final. Y aunque no se consigan resultados en esa línea, se insiste una y otra vez dedicando más horas.

Se trata de culturas organizacionales anquilosadas en el hacer, hacer y hacer sin parar, como si de un trastorno obsesivo compulsivo se tratase.

Es más, en algunas organizaciones no se premia al que trabaja mejor sino al que (parece) trabaja más horas. Y esto es muy serio por lo de patológico que tiene en la era empresarial actual.

Hay culturas organizacionales que nos recuerdan vívidamente el mito de Sísifo, el cuál tenía que empujar una pesada piedra montaña arriba para que después, antes de culminar el trabajo, la piedra rodase abajo volviendo a empezar una y otra vez.

Es necesario que el esfuerzo vaya acompañado de la seda que permita el espacio al relajamiento y la reflexión, decía Alex Rovira, porque a corto plazo provoca mucha exigencia pero a largo plazo desemboca en el agotamiento y el infarto.

Y culminaba su respuesta con la afirmación,

[Tweet «»El veneno está en la dosis», Paracelso»]

manejo-inicial-del-paciente-intoxicado-3-638Y es que trabajar de esta manera puede llevarnos a caer en el llamado «síndrome de insistencia errónea«, en el que insistimos en redoblar esfuerzos en una dirección, o bajo un plan, que ya no sirve.

[Tweet «»No se trata de trabajar más sino mejor», Jordi Vila Porta.»]

¿Cómo podemos subsanar este error de perspectiva?

Desde la psicología organizacional positiva se nos ofrecen varias posibilidades que tienen como base la

CONSCIENCIA

Consciencia para escuchar y atender las necesidades de nuestro cuerpo, mente y sentimientos (autoestima).

Consciencia para escuchar a las personas que nos rodean (sensibilidad social).

Consciencia para expresar nuestras necesidades (asertividad).

Consciencia para comprender las motivaciones y necesidades que hay detrás de las acciones (empatía).

Consciencia para observar y apreciar el valor que aportamos y el valor que recibimos (gratitud).

Cuando ampliamos la consciencia se nos ensancha la perspectiva y, en consecuencia, las opciones de acción y la vida en su conjunto.

Podemos ampliar la consciencia de varias formas:

  1. Practicando mindfulness a diario
  2. Generando espacios para la reflexión
  3. Escuchando y valorando otros puntos de vista (mentoring)

Está más que demostrado cientifica y empíricamente que practicar la atención plena (formal e informal) a diario es una potente herramienta no solo para ensanchar la consciencia sino para mejorar la salud física, mental y emocional.

En cuanto a la reflexión, es de sentido común que si no paramos para analizar las señales o feedback que recibimos del mundo real, respecto a nuestras acciones de trabajo diarias, vamos a obviar información muy valiosa.

Por último, las conversaciones con otras personas que nos ofrecen su punto de vista, junto a su experiencia, pueden permitirnos explorar miradas que de otra forma jamás se nos hubiesen ocurrido.

Son esas miradas que cuando las oímos decimos «¡claro!, ¿pero cómo no se me había ocurrido antes?». Pues muy fácil, no habíamos mirado en esa dirección porque nuestro ancho de consciencia no nos lo permitía.

¿Y tú o tu empresa, qué clase de esfuerzo hacéis?

Fuente imágenes: google.com

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*Autor: Juan Pedro Sánchez. También me puedes encontrar en twitter y linkedin

 

 

 

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Psicólogo Organizacional