Si quieres liderar con inteligencia emocional, primero tienes que sacar al «mudo» que llevas dentro.
Sí, ese que observa sin juzgar y que siempre está ahí, en silencio, viendo la película de tu vida sin intervenir.
Porque, seamos honestos, a veces en el liderazgo tenemos un «charlatán interno» que se mete donde no le llaman, interpretando, suponiendo y reaccionando antes de tiempo.
Aquí es donde entra en juego la práctica de la meditación mindfulness.
No se trata de ponerte en postura de loto todo el día, sino de aprender a observar tus pensamientos y emociones sin dejar que te empujen a reaccionar de manera automática, algo básico para poder liderar.
Mindfulness es como darle el mando de la tele al «mudo», dejando que observe sin opinar, sin presionar ningún botón, simplemente estando presente.
Cuando logras esto, tu comunicación cambia porque tu claridad mental aumenta.
Empiezas a escuchar de verdad, a hablar con conciencia y a gestionar esas respuestas automáticas que a veces nos meten en problemas.
Liderar de forma saludable implica comunicar con claridad, empatía y autocontrol, algo imposible si no entrenas a tu mente para hacer una pausa antes de reaccionar.
Porque quien lidera no es quien reacciona, sino quien observa y hace preguntas.
Ahora imagina que estás en una reunión clave para implementar un cambio organizativo.
En lugar de reaccionar ante la resistencia de tu equipo con un discurso defensivo, eliges hacer una pausa, observar y preguntar: «¿Qué os preocupa de este cambio?».
Con esta simple pregunta, creas un espacio de confianza y comprensión donde las emociones se gestionan mejor y las soluciones emergen de forma colaborativa.
Así que, la próxima vez que te enfrentes a un reto en tu equipo, recuerda: saca al «mudo», observa primero y responde después.
El liderazgo saludable empieza en el silencio interior.