Esta semana he estado releyendo algunos pasajes del libro «El gran diseño», de Stephen Hawking.
Cuando leí el párrafo que sigue a continuación, automáticamente se me ocurrió que es perfectamente asimilable a «la transición del paradigma organizacional» que estamos viviendo:
Las teorías clásicas, como la de Newton, están construidas sobre un marco que refleja la experiencia cotidiana, en que los objetos materiales tienen una existencia individual, pueden ser localizados en posiciones concretas y siguen trayectorias bien definidas.
La física cuántica proporciona un marco para comprender cómo la naturaleza actúa a escalas atómicas y subatómicas, pero (…) implica un esquema perceptual completamente diferente, en el cual la posición, la trayectoria e incluso el pasado y futuro de los objetos no están determinados con precisión.
Las teorías cuánticas de las fuerzas, como la gravedad o la fuerza electromagnética, son teorías construidas en ese marco.
Y después se hace la siguiente pregunta, que también nos vale para el ejemplo organizacional:
¿Pueden las teorías construidas sobre un marco tan ajeno a la experiencia cotidiana explicar también los acontecimientos que forman parte de dicha experiencia, y que fueron tan bien modelizados por la física clásica?
La respuesta que nos da Stephen Hawking es, «sí pueden, ya que nosotros y nuestro entorno somos estructuras compuestas, constituidas por un número inimaginablemente grande de átomos, mayor que el número de estrellas que hay en el universo».
Aterrizando todo ello en el mundo organizacional se me ocurre que las teorías clásicas, como la de Newton, corresponden a estilos taylorianos y jerarquías demasiado verticalizadas de organización del trabajo que, aunque siguen vigentes, se quedan «cojas» en la nueva era empresarial por demostrarse cada vez más ineficientes e ineficaces.
Vemos a diario cómo el talento de las personas que trabajan en una empresa está desaprovechado y, en muchos casos, termina marchándose.
Básicamente, porque la cultura organizacional tradicional no tiene en cuenta el funcionamiento natural del cerebro humano, que es principalmente emocional y no tan racional como se creía. Eso, a la larga, provoca un desgaste emocional que explica la desmotivación, el bajo compromiso o el incremento de absentismo y bajas laborales «por estrés».
La física cuántica vendría a ser en la empresa como la moderna psicología positiva organizacional, apoyada por la neurociencia, que explica cómo operan los procesos cerebrales y psicológicos que dan lugar al compromiso, al vigor, la toma de decisiones o el mantenimiento de la motivación, imperceptibles para el ojo humano pero no por ello inexistentes.
Estaríamos hablando así de procesos emocionales que se dan en nuestro cuerpo-mente (inconsciente) unos 200 milisegundos antes que el procesamiento racional (consciente), que ya viene impregnado por un tono afectivo que modula ideas, decisiones y comportamientos.
Este nuevo marco teórico no sustituye al clásico, sino que lo complementa, porque explica perfectamente cómo nos afecta la incertidumbre, los cambios vertiginosos, la ambigüedad, el estrés, o por ejemplo, por qué percibimos un reto o una amenaza ante situaciones parecidas.
Esto quiere decir que el estilo de liderazgo y las prácticas organizacionales deben ser adaptadas con urgencia si queremos obtener resultados satisfactorios ante el nuevo escenario de mercado tan imprevisible y, por tanto, de necesaria flexibilidad, innovación continua y alta exigencia por parte de los equipos de trabajo (supervisores y técnicos).
¿Por qué? Porque no podemos exigir a nuestros equipos, adaptación, flexibilidad, tolerancia al estrés, pasión, dedicación, compromiso, confianza, innovación y creatividad, ejerciendo el mismo patrón de liderazgo y prácticas organizacionales que antaño.
Es como si el equipo directivo quisiera, ante el nuevo espacio terrestre, «trucar el motor del coche» para duplicar la potencia sin adaptar chasis, neumáticos, salidas de escape, ni formar al piloto. Sería inconsistente y no tardaría en «gripar el motor» o permanecer en el pelotón de cola.
Sin embargo es lo que está pasando en muchas empresas, y podemos comprobar los numerosos problemas, tensiones y conflictos que se dan a diario. Este no es el camino.
Y es que muchas empresas adaptan sus estrategias de negocio, sus procesos tecnológicos, deciden su internacionalización o abrir nuevos mercados, pero olvidan un aspecto clave: adaptar la gestión de las personas para que, a través de su salud psicosocial (intangible pero real), podamos fidelizar el talento y optimizar la productividad de forma sostenible, por el bien común.
¿Y tú, «ves» el poder de los intangibles en la cuenta de resultados?
Fuente imágenes: itunes.apple.com; aleixmercade.com
Por seguir con la metáfora del coche, hay empresas y profesionales que recorren kilómetros y kilómetros con una luz ambar en el salpicadero (si es que no se les ha encendido ya alguna roja) y sin hacerle mucho caso.
Quizá alguno pensaría que ese es un buen momento para llamar a un experto y echarle un vistazo a los sistemas que están emitiendo alarmas. Y, de hecho, los que lo piensan son los que logran resolver y mantener el coche a punto.
Aunque lamentablemente muchos otros seguirán en el «no me lo voy a hacer mirar, no vaya a ser que me encuentren algo». Y luego ya buscaremos a lo que echarle la culpa.
Un abrazo, Juan Pedro.
Muchas gracias, José. Me encanta también la metáfora del coche. Es muy representativa de la realidad inconsciente que vivimos en muchas empresas, preguntándonos por qué ha ocurrido, cuando ya teníamos indicadores hace tiempo. Un abrazo.
Me encantó; gracias, debemos retomar la transdiciplinariedad como dice B. Nicolescu volver a casar las ciencias duras con las ciencias blandas, religar lo separado desde un ángulo de la complejidad para entender ya no de manera suelta, sino de forma conjunta.
Muchas gracias a ti, Voltar, por dejar tu comentario. Muy acertado y necesario lo que comentas. Gracias otra vez y vuelve cuando quieras. Saludos.
El concepto emocional en las personas hay que tenerlo muy en cuenta, es fundamental tenerlo claro y ponerlo en funcionamiento.
Así es, Josep. Muchas gracias por dejar tu comentario. Un abrazo.
«Aterrizando todo ello en el mundo organizacional se me ocurre que las teorías clásicas, como la de Newton, corresponden a estilos taylorianos y jerarquías demasiado verticalizadas de organización del trabajo que, aunque siguen vigentes, se quedan “cojas” en la nueva era empresarial por demostrarse cada vez más ineficientes e ineficaces»
Sin duda es aquí donde esta el problema, pero se debe aclarar que no importa cuan «verticalizada» o no sea la jerarquia ya que esto es de forma y lo que importa es el fondo, es decir, si la jerarquia es dominante o no!
Bajo una jerarquia dominante no cabe sino el liderazgo de comando y control puesto que este tipo de estructura organizacional fue disenada deliberadamente para restringir el comportamiento humano!
Saludos!
Muchas gracias, JC, por tu comentario. LLevas razón, lo que importa no es el organigrama formal sino el «informal» o real. Como bien dices, si es dominante o no. Un cordial saludo.
No me pasa desapercibida la frase muy galena de Pepe de no me lo voy hacer mirar,no vaya a ser que me encuentre algo. Muchas veces es lo que pasa, no miramos porque sabemos lo que hay y no nos gusta, preferimos » echar balones fuera » sin ser conscientes que no ganamos tiempo, mas bien lo perdemos, y eso es un lujo ahora que no nos podemos permitir… ME GUSTO EL PARALELISMO QUE ESTABLECES, MUY ACERTADO Y MUY PROPIO DE TU ESTILO BRILLANTE Y ASEQUIBLE. Saludos profesor. 😉
Siempre es un placer verte por mi humilde blog, Enrique. Así es, lo que hacemos al «echar balones fuera» es perder tiempo en vez de ganarlo. Es como barrer la suciedad y meterla debajo de la alfombra para que no se vea. Un abrazo y muchas gracias por tu generosidad evaluando mi estilo. Saludos Dr. 😉
Excelente el artículo. Analizar un tema integrando conceptos ,que individualmente parecieran impensables de relacionar, siempre han sido para mi un imán en mi forma de pensar.
Por eso me ha gustado el artículo.
Muchas gracias, Marcela. La interdisciplinariedad es clave en la actualidad para poder adaptarnos cada vez mejor a los nuevos contextos. Así que estás en el camino correcto. Un saludo y gracias otra vez, por tu feedback.
Me gusta mucho el artículo, un nuevo paradigma organizacional al que debemos adaptarnos. Cuando hablas de Psicología Positiva Organizacional, apoyada por la neurociencia, te estás refiriendo al Neuromanagement?
Estoy estudiando un máster en Neuromanagement y es realmente algo muy valioso para el presente y futuro.
Gracias por leerme y dejar tu comentario, Miguel. Efectivamente, podríamos hablar de «neuromanagement» desde el punto de vista de la psicología del trabajo y las organizaciones con focalización en la salud psicosocial de las personas. Un salud.
Excelente artículo y reflexiones.
Un saludo,
Jose Manuel