Aunque podamos pensar o creer que a los demás no les ocurre, es muy normal que cualquiera nos podamos bloquear mentalmente ante situaciones de sobrecarga de trabajo cuantitativa y/o cualitativa.
Ante estas situaciones, paradójicamente, puede ocurrir que cuanto más tiempo dedicamos a trabajar y a darle vueltas a la cabeza buscando una solución, peor nos sentimos.
Incluso podemos llegar a estar muy irascibles, a tener dolencias físicas y, en casos más extremos, a enfermar seriamente.
En estos casos parar a tiempo y tomarse un descanso suele ser la mejor forma de encontrar una solución.
¿Por qué?
Porque nuestros recursos mentales o cognitivos son limitados y llega un momento que se saturan.
Además, esta situación de sobrecarga suele ir unida a síntomas físicos molestos, como embotamiento o dolor de cabeza, presión en el cuello o nuca, hombros o espalda.
Es muy probable que estos síntomas vayan acompañados de un aumento considerable de la presión sanguínea (hipertensión), con el consiguiente riesgo para nuestro sistema cardiovascular y cerebrovascular.
Estos síntomas no se producen porque tengamos «mala suerte», sino que son una señal inteligente que envía nuestro cuerpo para decirnos que es hora de parar y recuperarnos.
Así que cuando lleguen esos momentos de lo que solemos llamar «estrés», es crucial saber leer los mensajes que recibimos de nuestro «vehículo» y «entrar en boxes» (dormir, descansar, escuchar música, quedar con un buen amigo/a, estar en contacto con la naturaleza…) para volver a estar al 100%.
Porque parar es muchísimo más rentable y eficaz que seguir trabajando ofuscados o empeñados en sacar adelante la tarea que nos ocupa.
Porque si seguimos vamos a avanzar muy poco y, seguramente, con errores. Lo cual nos llevará más trabajo solucionar y, por tanto, mayor pérdida de tiempo y dinero.
Porque nuestra consciencia quizá no pueda enfermar pero nuestro yo físico, mental y emocional es limitado y necesita descansar cuando está saturado.
Porque seguir trabajando cuando nuestro cuerpo-mente lanza señales S.O.S., es un comportamiento muy poco inteligente.
En realidad, estamos hablando de inteligencia emocional.
Cuando somos conscientes de nosotros mismos podemos ver claramente estos mensajes que aparecen en nuestra pantalla mental (y actuar en consecuencia):
- «Gasolina en reserva». Si seguimos sin parar a repostar, ¿qué va a ocurrir más pronto que tarde?.
- «Temperatura muy baja, peligro de heladas». Si no aminoramos la marcha podemos «patinar» ante un imprevisto.
- «Neumáticos con baja presión». Si no paramos a inflar las ruedas gastaremos más energía de lo necesario y tendremos mayor desgaste.
Si no hacemos caso a estos mensajes (y otros), nuestro vehículo (yo físico, mental y emocional) terminará haciendo una parada «forzosa» para entrar de urgencia en el hospital.
Sería del género tonto tener un coche con sistema de asistencia al aparcamiento y luego no hacer caso de los avisos, ¿no te parece? Pues eso hacemos algunas personas.
Si ocurre esa parada forzosa y tras la evaluación y diagnóstico de rigor, el «mecánico-sanitario» dice: «tu vehículo está bien, vamos a dejarlo en observación durante unas horas y seguramente a casa». No lo dudes, el conductor necesita aumentar su inteligencia emocional para mantener su vehículo en buen estado.
¿Y tú, sabes cuándo parar o también necesitas desarrollar tu inteligencia emocional?
PD: Por problemas técnicos con el blog, temporalmente no puedo incluir imágenes.