¿Por qué entrenar la inteligencia emocional es la mejor inversión para tu empresa?

Hablemos claro.

La inteligencia emocional (IE) no es un invento moderno ni un “taller de moda” para llenar agendas de consultores. Es ciencia.

Desde los años 90, cuando Salovey y Mayer (1990) definieron la IE como la capacidad de percibir, comprender, usar y regular las emociones, cientos de estudios han demostrado su impacto en la vida personal y profesional.

Hoy sabemos que entrenar la IE mejora el bienestar, reduce el estrés y —dato clave para las empresas— aumenta la eficacia y el rendimiento.

Tres modelos conceptuales de IE

Actualmente, la literatura académica y aplicada reconoce tres grandes modelos.

  1. Salovey & Mayer.- La IE como habilidad cognitiva-emocional, medible con pruebas estandarizadas como el MSCEIT. Este modelo es el que cuenta con más apoyo empírico en investigación.
  2. Goleman.- La IE como competencia de liderazgo, centrada en la autogestión, la empatía y las habilidades sociales que marcan la diferencia en la dirección de equipos. Está muy extendido en el ámbito corporativo.
  3. Bar-On.- La IE como conjunto de competencias socioemocionales ligadas al desempeño y la adaptación, evaluadas con instrumentos como el EQ-i.

Además, en el ámbito de la gestión de proyectos, ha cobrado fuerza el Modelo Goleman–Boyatzis, que aplica la IE para abordar problemas recurrentes en liderazgo, comunicación y trabajo en equipo.

En entornos donde los proyectos fracasan por “fallos humanos” más que por cuestiones técnicas, este modelo ofrece un marco muy útil.

La evidencia demuestra que entrenar la IE funciona

El meta-análisis de Martínez-Martínez et al. (2025) es contundente.

Las intervenciones de psicología positiva en entornos laborales producen mejoras moderadas y sostenidas en el bienestar subjetivo (g = 0.50), el bienestar psicológico (g = 0.46) y el rendimiento (g = 0.42).

Dicho de otro modo más sencillo, empleados más sanos, más motivados y más productivos.

Otros clásicos como Schutte et al. (2007) confirman la relación entre IE y salud.

Y según Hodzic et al. (2018), los entrenamientos basados en el modelo de habilidad de Salovey y Mayer, con mayor duración generan mejoras moderadas y mantenidas en el tiempo en los niveles de IE, frente a intervenciones más cortas o basadas en modelos rasgo o mixtos.

Pero vayamos a ejemplos cotidianos en la empresa

La IE no se mide en discursos inspiradores, sino en lo que haces un martes cualquiera en la oficina.

Tres ejemplos que seguramente te resultarán familiares:

El mail que (no) llega.

Esperas una respuesta clave y no llega, o recibes un correo inesperado que activa tu “modo alarma”.

Lo que te pasa sin IE: ansiedad, impulsividad, reproches, quejas, maldecir (o rumiar).

Lo que te pasa con IE: reconoces la emoción, la gestionas y eliges una respuesta consciente.

Menos incendios, más eficacia.

Hacer suposiciones (automatismo psicológico)

“Seguro que mi jefe/a espera que haga esto…”. Y actúas sobre un guion inventado.

La IE te ayuda a parar y preguntar antes de gastar energía en hipótesis.

Ahorro directo. Menos malentendidos y correcciones posteriores.

Las etiquetas (automatismo psicológico)

“Este es un vago”, “esta es conflictiva”, «este es un…».

Desde ahí reaccionas en piloto automático.

La IE nos recuerda que una etiqueta no es la persona. Con empatía y curiosidad, descubres motivaciones ocultas o talentos desaprovechados.

Resultado. Relaciones más sanas y decisiones más justas.

El impacto en euros para la empresa en eficiencia y eficacia

Todo esto no es solo “bienestar emocional”. Es productividad tangible.

  • Un informe de Grammarly & Harris Poll (2022–2023) estima que se pierden 7,47 horas por semana y empleado por malentendidos, correos mal gestionados y reprocesos.
  • Si ajustamos a la realidad española (48 semanas de trabajo efectivo al año), hablamos de 359 horas anuales perdidas por persona.
  • Con un coste medio de 25 €/h → 8.975 € al año por empleado.

Y si hacemos un cálculo rápido según el número de empleados que tenga tu empresa…:

  • 25 empleados → 224.375 € al año.
  • 50 empleados → 448.750 € al año.
  • 100 empleados → 897.500 € al año.

A esto se suma el impacto del estrés.

La OMS calcula que depresión y ansiedad cuestan 1 billón de dólares al año en productividad perdida a nivel global.

Y en Europa, el estrés laboral es ya uno de los principales riesgos psicosociales reconocidos oficialmente.

En fin, que no estamos hablando de algo baladí o sin importancia. Todo lo contrario, el tema es muy serio, pero cómo las pérdidas en horas y en salud se producen muy poco a poco y de manera «silenciosa», creemos que no está ocurriendo.

Craso error, porque ocurre.

Simplificando lo complejo

La inteligencia emocional se entrena, igual que un músculo.

Pero no basta con leer un libro o hacer un test online.

Se necesita práctica, feedback y consciencia aplicada a las situaciones reales de trabajo.

Entrenar la IE significa menos distracciones, menos rumiaciones y menos errores que luego hay que corregir.

Y eso se traduce en más eficiencia, eficacia y, sí, mejores resultados financieros.

Si quieres dar un paso más en este camino, te invito a conocer mi taller de Inteligencia Emocional y Liderazgo, disponible en mi web.

Porque al final, entrenar la IE no es solo una cuestión de bienestar, sino una cuestión de futuro para las personas y para la empresa.


Referencias

  • Bar-On, R. (1997). Bar-On Emotional Quotient Inventory (EQ-i): Technical manual. Toronto: Multi-Health Systems.
  • Boyatzis, R. E., & Goleman, D. (2007). Emotional and Social Competency Inventory. Hay Group.
  • Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. New York: Bantam Books.
  • Grammarly & Harris Poll. (2022). The State of Business Communication.
  • Hodzic, S., Scharfen, J., Ripoll, P., Holling, H., & Zenasni, F. (2018). How efficient are emotional intelligence trainings: A meta-analysis. Emotion Review10(2), 138-148.
  • Martínez-Martínez, K., Cruz-Ortiz, V., Llorens, S., Salanova, M., & Leiva-Bianchi, M. (2025). Systematic Review and Meta-Analysis of Positive Psychology Interventions in Workplace Settings. Social Sciences, 14(8), 481.
  • WHO (2020). Mental health in the workplace. World Health Organization.
  • Salovey, P., & Mayer, J. D. (1990). Emotional intelligence. Imagination, Cognition and Personality, 9(3), 185–211.
  • Schutte, N. S., Malouff, J. M., & Thorsteinsson, E. B. (2007). A meta-analytic investigation of the relationship between emotional intelligence and health. Personality and Individual Differences, 42(6), 921–933.

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Psicólogo Organizacional