“La Inteligencia Artificial detecta que estás quemado…
La Inteligencia Emocional te pregunta si necesitas un descanso. O un día libre.”
Vivimos en un momento en el que la inteligencia artificial (IA) es capaz de ver con (mucha) antelación lo que antes pasaba desapercibido:
– Cambios en la productividad
– Aumentos del absentismo
– Caídas de rendimiento
– Fluctuaciones en el clima laboral
Y todo eso lo convierte en datos. Muchos datos.
Gráficas, alertas, dashboards y hasta predicciones de comportamiento. Y eso está genial, ¡es la bomba de útil! (si se utiliza adecuadamente).
Y ahora va la gran pregunta…
¿De qué sirve ver solo datos si no sabemos entender a las personas?
O peor…
Usar los datos como «arma arrojadiza» para controlar, presionar o castigar (en las mejores ocasiones puede que premiar).
Porque detrás de esa caída de rendimiento que marca el informe, no siempre hay desmotivación, ni falta de compromiso, ni un lunes cualquiera con síndrome postvacacional.
Puede haber ansiedad, saturación o una historia personal que nadie ha preguntado.
Una IA entrenada puede predecir que un empleado va a reducir su eficiencia un 18 % en las próximas 3 semanas en base a su historial.
Una Inteligencia Emocional (IE) entrenada puede notar que su mirada está más apagada, que ya no participa como antes y predecir que esa persona necesita apoyo social.
Y ese matiz lo cambia todo.
No debemos confundir el síntoma con el diagnóstico
Las herramientas digitales nos dan señales.
Sin embargo, interpretarlas sin inteligencia emocional es como diagnosticar con un Excel sin tener en cuenta los aspectos psicosociales de todo comportamiento.
¿Te ha pasado que en tu empresa se reacciona a los datos con frialdad, sin preguntar el porqué humano puede haber detrás?
¿O al revés, hay líderes que usan los datos como punto de partida para abrir conversaciones honestas y cercanas?
Este último es el futuro que quiero ayudar a construir en las empresas.
Un futuro donde IA e IE convivan y se complementen. Porque el bienestar no solo se mide.
También se acompaña con prácticas organizacionales positivas, estilos de liderazgo saludables y empleados saludables, que llevan a la excelencia y la calidad en el servicio.
Obtener datos no es lo mismo que entender personas.
¿Y en tu empresa, se escuchan emociones además de palabras y datos?
