CÓMO CONSEGUIR QUE TU EQUIPO TE ESCUCHE: 3 PASOS

Muchos profesionales con responsabilidad sobre personas (directivos, mandos intermedios o supervisores) creen que para que su equipo le escuche, «simplemente» basta con ser «el jefe o la jefa». 

Pero no hace falta tener poder para que te escuchen. Lo que hay que tener es influencia.

Y para poder influir en los demás, es necesario dejarse influir también por los demás.

Es decir, para que los demás te escuchen es necesario que escuches tú a los demás, que des ejemplo con tu comportamiento.

A ver cómo lo puedo decir para que quede lo más claro posible:

«Es imposible que te escuchen si tú no escuchas primero, aunque ocupes un puesto jerárquico»

«Tampoco te escucharán si haces como que escuchas, porque descubrirán tu ‘postureo'»

«Y nunca te escucharán si aún creyendo que escuchas, no lo haces. Percibirán incoherencias»

No es magia, ni teoría, ni suposiciones. Es psicología social aplicada (pero no me creas, pruébalo).

Los 3 pasos que te propongo en el título del post para que tu equipo te escuche, son estos:

  1. Interésate de forma sincera por ellos. Pregúntales qué necesitan para hacer bien su trabajo y ayúdales a conseguirlo.
  2. Dedica un tiempo y un espacio (libre de interrupciones) para escuchar atentamente y mirar a los ojos de tu interlocutor tratando de comprender. No trates de hacer esto andando por un pasillo o en un ascensor.
  3. Por último, reflexiona tras la conversación y haz lo que esté en tu mano para ayudar, facilitando el camino hacia su mejora, al mismo tiempo que solicitas su compromiso en la mejora. En caso de que te comuniquen un queja, acostúmbralos a que te traigan alternativas viables con las que estén dispuestos a comprometerse también.

No hace falta que te diga que estos tres pasos no funcionarán si los pones en práctica muy de vez en cuando (aunque tampoco podrás porque, o los interiorizas o no te saldrán nunca).

¿Y por qué funciona esto?

1) Porque las personas, si no lo has descubierto ya, damos lo mejor de nosotros desde la emoción y la motivación (que nos hace sentir bien) en mucho mayor grado que desde la razón (aunque luego tratemos de racionalizar nuestra conducta).

Algunas de las necesidades emocionales y motivacionales que tenemos son la de sentirnos valorados, sentir que formamos parte de un equipo, así como la necesidad de crecer y desarrollarnos personal y profesionalmente.

Si conseguimos esto, entre otras cosas, nuestro comportamiento es más proactivo y favorable que si no lo conseguimos.

De forma que si te interesas por que tu equipo se sienta escuchado y, por tanto, valorado y apoyado para que crezca, su mejora y evolución te elevará a ti, de forma natural hacia donde quieres ir.

2) Escuchar atentamente supone estar presente. Es decir, tener la atención en el aquí y ahora para no perderte detalle de lo que te dicen. Si te has interesado genuinamente por ellos te contarán lo que de verdad necesitas saber para poder ayudarles.

Y créeme, cuando escuchamos nos enteramos de un montón de cosas que de otro modo pasarían totalmente desapercibidas a nuestra consciencia, perdiendo oportunidades muy valiosas de mejora.

3) Si después de escuchar no reflexionas y haces algo (aunque sea pequeño) alineado con las necesidades que has comprendido, perderás tu credibilidad y no servirá de nada.

Este último paso te será imposible realizar si no has hecho correctamente los anteriores.

¿De qué podrías reflexionar para ayudar si no te has enterado de nada?

Por supuesto no es fácil ponerse a escuchar de la noche a la mañana cuando nunca, o raras veces, lo haces.

Conseguirlo te exigirá un esfuerzo consciente durante las primeras semanas, pero cuanto antes empieces antes conseguirás resultados más favorables y con mucho menos desgaste.

De todas formas si no lo haces, al menos ya sabes por qué tu equipo no te escucha. Y ello supone importantes pérdidas directas e indirectas para tu proyecto o negocio, no sé si te lo habías planteado.

Si como directivo o mando intermedio no haces este cambio interior, quizá tengas mayor «comodidad» a corto plazo pero más difícil el medio y largo plazo. No esperes que tu equipo mejore con solo ordenarlo o proponerlo.

¿Sabrías calcular las pérdidas que supone para tu organización no escuchar al equipo?

Parafraseando a José Mota, «No te digo que me lo mejores, iguálamelo. Iguálamelo y tienes equipo para toda la vida. ¡No haaaaagas números!».

No hay nada más rentable y saludable como escuchar a tu equipo y que sientan que estás a su lado para ayudar, porque entonces percibirán que la exigencia en los resultados es un proceso amigable que os catapultará hacia un éxito conjunto.

Y si alguno de ellos no responde con reciprocidad siempre podrás indagar si existe algún conflicto entre tú y él/ella, o tienes que poner límites.

¿Y a ti, te escucha tu equipo? ¿Lo escuchas tú a él?

** Si quieres iniciar un proceso de mejora de comunicación en tu empresa, con tu equipo, puedes escribirme aquí explicándome qué necesitas y te contestaré a la mayor brevedad.

Fuente imagen: Adobe Stock

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Psicólogo Organizacional